Carta a madre

Mi madre falleció el día 2 de abril del 2020 infectada por el corona virus.

Estoy fermentando como las uvas. Si tuviera aquí al que me besa el alma, si lo tuviera… Pero llegará ese día, con su noche y las siguientes mañanas. Todo llega.

Ayer enterramos tus cenizas, después de un mes, con otra absurda despedida. Sin besos ni abrazos, guardando las debidas distancias. Con las mascarillas puestas como si fueran a gasearnos desde cualquier lugar.

No sirvo para esto, madre. Necesito tocar y que me toquen. Haber abrazado el dolor con mis hermanos para sentirte. Y no he podido ni llorar. Fue empezar a emocionarme y quedarme sin respiración con aquel bozal puesto. Las gafas empañadas por mi propio vaho. Un absurdo desastre.
Ha sido tan injusta tu forma de morir, tan cruel con todo el cariño que la edad te ha ido demandando, que tengo demasiada rabia.

No pude despedirme de ti como me habría gustado, llevando años en silencio con todas las cosas que debimos contarnos. Desde hace mucho, tu tiempo se paró en algún espacio en el que las explicaciones habrían sido en vano. Pero todo se borró con tus risas, tus besos y tus abrazos. Llegó tu segunda niñez y con ella tu mejor herencia. Por esta simple razón no debiste marchar sola, ajena a lo que, de alguna manera, sabías que era tu mundo, tu familia. Pero se acabó, ya haré mi duelo para que se vaya la pena.

Te he escrito muchas veces antes aunque no te lo dijera, pero hoy quiero que sepas que todo andará bien por aquí. Que me siento bendecida por lo que llevo vivido. Por haber aprendido cuando sufrí y por todo lo bueno que también me reconfortó. Por haber ajustado nuestras cuentas antes de que te fueras y a pesar de no haberlo hecho contigo. Te he disfrutado todo lo que he podido y eso es lo que importa. Ya te he dicho que descubrí tu legado, el que llevo en mi corazón.

Cada vez me sobran más capas, ya vi por donde empieza la vuelta a la niñez. Seguiré mostrando mi ternura, atreviéndome de nuevo a querer. Con la risa mantenida, la que no pide permiso, la primera de todas. Aprenderé de mis errores para volver a reinventarme.

Te he perdido, pero mantendré la ilusión. Por ti, por padre, por todos, por mí misma. Volveré a ser la bruta que buscaba la felicidad hasta debajo de las piedras, como cuando era niña. Te juro que llenaré de amor el desnudo en el que me dejaste. Con tu mejor patrimonio, el que me enseñaste después de todo.

Soldevillaa


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