De Niembro al Puerto de la Vega

Hasta última hora de la tarde no llegamos a nuestro hotel. Entrando a través del pueblo rural de Barcia, por fin estábamos en Portizuelo, en aquel rincón perdido al lado de Luarca. Antes de cenar nos acercamos a la pequeña playa de piedras grises con cantos rodados. Pronto iba a anochecer y el dueño de la finca nos recomendó ir a verla. Con la luz fría de esta hora, las piedras del suelo se perdían en la misma tonalidad del mar que estaba totalmente calmo. A la izquierda, las rocas como fantasmas surgiendo del mar. La marea estaba baja y pudimos acceder a una pequeña cala con un enorme acantilado que te da la sensación de ser, de pronto, un náufrago. Nos fascinó. Por supuesto, volví de nuevo por la mañana temprano segura de que el sol le daría otro carácter distinto. Así fue, las tonalidades rojas y oxidadas de las rocas, junto con el verde salvaje que las cubría, le dan un aspecto incivilizado que apasiona. La imaginación que me desató me llevó hasta los dinosaurios…

Antes de viajar a cualquier sitio me encanta leer curiosidades sobre el mismo. Sobre todo, pequeñas historias y leyendas. Por entonces, leí que aquel era un punto de encuentro de las «maruyas» o aldeanas que se bañaban vestidas antiguamente. Viendo el mar espero que, a parte de vestidas, calzadas ya que, amén de ser por otros tiempos, ahí seguro que te desollas la piel en el intento. De hecho, no vimos a nadie bañarse los días que estuvimos. Tan sólo y de bienvenida, nos surgió de la propia orilla un ser, mitad humano-mitad pez, con cicatrices por el rostro, cara de malas artes y cuchillo en mano. La mente nos traicionó algo más que un poco hasta que le vimos trajinar con utensilios propios de percebeiros.

También supimos que era el paseo favorito del Premio Nobel, Severo Ochoa. No me extrañó, porque aquel rincón es una delicia para los sentidos. Sólo se escucha el mar y el viento en los árboles a pie de tierra. Tiene demasiado atractivo pasear por ella y por sus alrededores.

Cala en la playa de Portizuelo
Rocas sobre el mar en Portizuelo

Luarca está al lado aunque tengas que coger el coche si quieres llegar rápido porque el camino a pie es un poco largo. Es impensable no visitar este pueblo asturiano. Sus típicas casas de colores, su puerto lleno de barcos, su solera. Lo vimos en un día brumoso y gris pero no perdió su encanto. Las calles empinadas de su casco antiguo nos trasladaron a otro tiempo. Me quedé con las ganas de pasar allí más horas pero patear nuestro recóndito lugar nos pudo más.

Puerto de Luarca
Pesca en Luarca
Paseando por la parte antigua
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4 comentarios sobre “De Niembro al Puerto de la Vega

  1. Me alegra Amparo que te guste mi patria materna, casi todos los veranos subo a Luarca, Donde veraneaba en la casa de Indiano , de mi bisabuelo, cuando era pequeño hasta que la familia vendió Villa Tarsila (mas conocida por Casa Guatemal) Pais donde emigró Ramon Rodriguez.

    La playa de barayo, aunque pertenece al concejo de Navia. Es una Joya.

    https://casonasdeindianos.blogspot.com/2010/06/114-villa-tarsila-luarca-valdes.html

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    1. Se me quedó en el tintero…Hay que volver, es imposible verlo todo de una vez. Antes de viajar, me entretengo en visitar virtualmente la zona con Google Earth y la lista que tenía apuntada sobre el mapa era para haber estado un mes. Como poco!

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