Primera parte
Salida: Camas, Sevilla.
Coordenadas: 37º24’072N 6º01’59″O / 37.4020115, -6.0331571
Destino: Kirkwall, Mainland, Orkney
Coordenadas: 59ºN 3ºO / 59, -3
Distancia: 3306,2 km
Equipaje: una maleta de cabina con pantalones y camisetas técnicas, unos vaqueros, camisetas de algodón de manga larga, corta vientos, chaqueta y botas técnicas de trekking. Botas de agua puestas y como bolso, la mochila de la cámara de fotos. Y, por si hubiese que estar guapa, una barra roja de labios.
Hay momentos en la vida en los que se rompe la cuerda que te ata a la cotidianidad. Llevaba años acumulando una tensión en el trabajo a la que no sabía darle salida, sin colgar el uniforme cuando llegaba a casa y haciendo malas migas con mi familia. Por más que lo intenté, no tuve trozos de chocolate lo suficientemente grandes ni películas o series que me disolvieran tanto estrés.
Siendo consciente de ello, me propuse desfogar más con las amigas pero cada cual tenía su cuota de agobios y no era fácil conciliar a unos cuantos. Algo frustrada comencé a ver la serie Outlander y aunque os parezca una broma, cada noche que me sentaba a ver un nuevo capítulo de la misma, me sentía más cerca del televisor hasta que estuve dentro sintiéndome la propia Claire Randall, la protagonista de aquella historia mágica por las Altas Tierras de Escocia. Y me dije, ¿por qué no?. Así de tonto.
De la más pura ensoñación pasé a una excitante realidad en la que me atreví a pasarlo en grande. Simplemente, como me lo merecía.
A finales de septiembre del 2017, tras muchas días planificando el viaje, mi avión aterrizaba en Inverness a las 10:00 de la noche, hora escocesa. Vino a recogerme la propietaria del modesto Bed & Breakfast que me cogí, cerca del aeropuerto, para pasar la noche. Fueron ocho kilómetros de conducción temeraria, por el otro lado de la carretera, antes de llegar a una pequeña casa en la que me esperaba un diminuto cuarto azul y un peluche raro encima de una cama vestida con una colcha celeste de tela de boatiné. Boca arriba, ya acostada, me tocaba los brazos y sonreía. Estaba viva, más que nunca y en unas horas empezaba mi viaje a las Islas Orcadas, en el mar del norte, norte, en el punto más alejado –a mi alcance– que encontré de mi pequeña realidad.
Estaría tres noches en la isla principal, Mainland, en la ciudad de Kirkwall y dos en Westray, una mucho más pequeña y más lejos todavía, de la que me atrajo un Bed & Breakfast en mitad de un bucólico campo de yerba salvaje, una casa con una valla roja que me había abducido.
Pero no fue así, este segundo punto tuvo que fallar y una semana antes de comenzar el viaje, me llamaron para decirme que tenían overbooking y que me derivaban al hotel de un tal Jerry de toda su confianza.
¿El tal Jerry tendría una casa así de romántica?, ¿y una habitación con una cama «king size» como la que yo había elegido?. ¿La tranquilidad y la belleza de estar en pleno campo?…
Decidimos llamar –me ayudaron por mi escasa agilidad con el inglés– y tras tres emails, el hombre aquel supo tranquilizarme asegurándome su mejor habitación, una enorme cama como la que había contratado en el otro sitio y unas vistas inmejorables. Eso sí: ¡Al mar!
Bueno, no era lo que había elegido pero aquel viaje iba a ser mi aventura, sí o sí. ¿Por qué no un simple cambio?.
Tras una noche corta, la dueña del Bed & Breakfast me llevó de vuelta al aeropuerto donde me esperaba el Fiat 500 rojo, con techo de cristal deslizante, que me ofrecieron de alquiler. Tenía la suerte de cara y con este optimismo, y tras cinco intentos de abrocharme el cinturón de seguridad con el brazo derecho, arranqué. Sería capaz de ordenar mis coordenadas en el meridiano izquierdo, por la gloria de mi padre. Además, no me quedaba otra. Esto, también.
Al principio me comí algún que otro bordillo pero antes de lo esperado controlé y emocionada con el paisaje y mi poder al volante, me perdí durante tres horas por las montañas escocesas. Como Claire Randall, pero en coche, no a caballo ni con el despampanante rubio.
Como todo camino tiene sus entradas y sus salidas, finalmente di con una donde había un lugareño. Uno, pero quien se paró a entenderme y yo a él. La magia se hizo patente sobre el trozo de papel blanco en forma de plano con las indicaciones para volver a la autovía, la que me llevaba a mi destino. ¡Bien!. Tras seis horas de coche llegué a Gills Bay, el pequeño puerto donde embarcaría hasta la ciudad de Kirkwall, en la isla principal de las Orcadas.

Me observa la piedra desde antes de embarcarme. Me mira avisándome de ser ella donde encuentre la razón a todo lo que va a ser mi viaje.
@soldevillaa
Ya era de noche y las carreteras parecían ser sólo de ida porque era imposible que cupiera otro coche de frente. Pero no, eran también de vuelta, lo que comprobé desde el día siguiente. Esa noche, por ser de noche y como detalle de la gente de allí, nadie circuló hasta que di con mi Bed & Breakfast y con su dueña, la que ya estaba extrañada por mi tardanza. Os juro que si hubiese tenido una bandera, habría coronado con ella la cama. ¡Qué grande sentía mi conquista!
PD: Mi inglés no es que estuviera en desuso, allí hablaban demasiado raro. Pero no paré, me comuniqué con todo el mundo: con las manos, con los ojos y con el acento que fui cogiendo. La magia del entendimiento, lo llamo yo.
Mainland, Orkney
Plano de la isla Mainland con todos los lugares que visité, residiendo en Kirkwall, la que apenas disfruté:
Ya estaba en Mainland, donde la piedra ruge, brota de la tierra. Las que se mantienen desde el Neolítico, cuando las usaron para la construcción de poblados como el que hay en la bahía de Skaill y que, por su estado de conservación, le llaman la «Pompeya escocesa», Skara Brae, o The Broch of Gurness, otro asentamiento que data de la Edad de Hierro Escocesa.
Skara Brae, 3100-2500 a. C. Diez casas unidas por pasajes comunes e, increíblemente, construidas sobre su propio estercolero, lo que les proporcionó el necesario aislamiento. Se cree que, en la superficie, asomaban sólo los techos de la comunidad sostenidos por huesos de ballenas y maderos que traía la mar con las mareas. Al fondo, Skaill House, la mansión más completa del sXVII y en la que dicen que hay fantasmas…

Skara Brae
Huelo a salitre y a piedra, y cuando a nada debo temer, salgo al mar.
The Broch of Gurness, 250 a. C.-500 d. C., Edad de Hierro. Asentamiento con su torre circular o broch, construcción de los Pictos muy valorada en la época.

The Broch of Gurness
Maciza torre de piedra seca perfilando en el horizonte. Ya no temo, empiezo a mostrar lo que valgo con la altura de mi torre de hasta trece metros y me pinto de colores para ir a la guerra enseñando mi poder.
También se conservan muchas de las que fueron talladas para satisfacer a los Dioses o para conocer los solsticios y así celebrar el poder del astro rey, como los enormes bloques de piedras, The Standing Stones of Stenness, o el gran círculo, The Ring of Brodgar, el tercero más grande del Reino Unido.
The Standing Stones of Stenness, uno de los círculos de rocas más antiguos del Reino Unido. Algunas de las piedras pesan más de 10 toneladas y la razón de su creación sigue siendo un misterio aunque investigadores afirman que fueron erigidos específicamente para ver mejor el Sol, la Luna y las estrellas.

Stones of Stonness
«Se demostró que comprendían el Universo como un fenómeno cíclico y conformado por elementos opuestos. Oscuridad y luz, norte y sur, día y noche.»
Gail Higginbotton, investigadora
The Ring of Brodgar, un henge y círculo de piedras de 104 metros de diámetro. Algunas de las piedras conservadas son de 4,5 m de altura.

El hombre de piedra.
Me gusta más la idea de que las enormes piedras se construyeran con fines cósmicos y no para actos rituales en los que mi imaginación me lleva a lo peor.
Pero, en este lugar, un hombre se quedó de piedra en algún tipo de ofrenda o ante lo que allí vio.

Piedras que usaron para hacer utensilios, armas, asientos o pilares; las amontonadas en lo alto de las cimas como guías en el horizonte o encima de la tierra, a modo de entrada a una tumba subterránea, como el cairn sobre Maeshove, el pasadizo funerario.
Por todo este patrimonio arqueológico han declarado a la Isla Mainland, la más grande de todas, el «Corazón neolítico de las Orcadas». Es digna de apreciar la arquitectura enterrada que muestran sus yacimientos y que protegería a la población de los frecuentes temporales; la técnica de piedra seca usada en la construcción de paredes, la que aún se sigue haciendo para delimitar fincas, sin el uso de mortero o argamasa. Para los techos, maderos que llegaban con las mareas, huesos de ballenas y turba mezcla de algas y yerba seca. Me imagino una más entre ellos, protegida por la piedra y la tierra del terrible viento. ¿Sabéis que no hay árboles?
Hay tantas cosas en estas Islas que perduran en el tiempo que te cuestionas el sentido cambiante de nuestra estética. Allí gana la roca y la tierra con sus extensos pastos verdes. Prima la buena materia, la que resiste y es funcional, la que se conserva hasta su propia eternidad. Por las carreteras no se ven vallas publicitarias o luminosos que agredan el paisaje de una naturaleza verde y azul, o gris y piedra o del color con el que la lluvia la pinte. En un mismo día puedes verlas en todos las tonalidades que el viento trae con las nubes que la atormentan. En sus granjas o en las ciudades no importan las modas pasajeras; los suelos crujen contando historias.

En sus estrechas carreteras dispones de continuas medias lunas donde esperar y dejar paso al que viene de frente o para pararte y quedarte absorta con sus paisajes. Todos los conductores me saludaban agradecidos por echarme a un lado cuando tan sólo intentaba salir del coche para hacer fotografías. ¿Quién no captura esto?
@soldevillaa

@soldevillaa
En la ciudad de Stromness el tiempo se detuvo para conservar la belleza. En sus pocas y pequeñas tiendas encontré artículos autóctonos y artesanales cuyo atractivo residía en su propia simpleza. Allí me comí la mejor tarta de zanahoria que he probado en mi vida y que me costó trabajo encontrar al no existir significativos rótulos que anuncien nada. Más tarde, en el modesto bar del puerto, no dudé en probar un estupendo bogavante, a luxury lobster, que me llevó a la mar. Los gatos estaban presentes en todas las esquinas porque los protegen y le dan de comer, y el único niño que vi tocaba el violín a cambio de monedas.
Un pueblo de cuento, un lugar al que ir para pisar su suelo, andar por sus calles estrechas y sentir la huella del tiempo.
@soldevillaa
Cuando te acercas a la costa, las piedras moldeadas por la erosión del viento y del mar, las coloreadas por las algas o el liquen, o las lechadas por las bandadas de aves en los acantilados, te atraviesan. Yenasbi te corta la respiración.

Arreciaba el viento y la lluvia. Era un peligro asomarse porque te resbalabas en la piedra mojada, pero tenía que hacerlo. Dejé allí mi furia, se la di al mar para que hiciera con ella espuma blanca.
@soldevillaa
A tu espalda, los inmensos prados verdes donde pastan las ovejas y las vacas. Ellas, sin cornamenta, te miran inquisitivas, muertas de la curiosidad pero sin dejar que te acerques porque son extremadamente tímidas.
No sólo me miraban, estaban atentas a mis movimientos con sus orejas: las tenían orientadas hacia mí. A pesar de la lluvia nos comunicamos sin hacer apenas ruido y posamos la una para las otras.
@soldevillaa
Me faltaron cosas por visitar en esta maravillosa isla pero tuve mi segundo imprevisto del viaje. Había una Feria de ganado en Westray el mismo día que yo debía ir y los dos ferries que salían desde Kirkwall serían utilizados para transportar ganadería. No había la opción de navegar rodeada de vacas y ovejas por lo que tuve que adelantar un día mi viaje. Tres noches en el Bed & Breakfast del tal Jerry, en aquella pequeña isla que se podía recorrer en un mismo día.
¿Por qué aquel lugar estaba llamando tanto mi atención?
Soldevillaa
Fuentes: aparte de los links hacia Wikipedia y videos de Youtube, información obtenida de la BBC, en mi viaje y de mi amigo Jerry Wood, artista, pintor y experto en la construcción de vallas con la técnica de la piedra seca.
Magnífico!!
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Tú sí que eres magnífico pero también me encanta que opines así de lo que he escrito!!
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Genial! Debió de ser una experiencia increíble y liberadora. Muy valiente y enriquecedora.
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Mil gracias, Mercedes!. Lo fue y espero encontrarla en más viajes. Un abrazo.
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De verdad!!!??? si lo llego a saber viajo contigo .Me enganche totalmente a la serie!!! .Me encanta viajar y descubrir mundo por favor,si no te molesta ir acompañada, la próxima vez AVISAME
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Me encanta la idea. Si es bonito viajar, más lo es compartirlo con alguien! Un abrazo
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Ya estás escribiendo la segunda parte!…. Vamos, vamos!!. A qué esperas????!!!! 🙂 🙂 🙂 🙂 sonrisa
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Esa va a ser muy especial!!!😀
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Ya estoy haciendo las 🧳
Con las ganas que tenía, ahora más
Ya me estoy viendo allí
Me encanta como relatas tus vivencias, sigues con la misma ilusión, que cuando éramos pequeñas
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Todos los lugares tienen su encanto pero aquel sitio me sobrepasó. Si te dejas, te lleva a otro mundo. Y es verdad que la ilusión me sigue persiguiendo..jajaja. Mil gracias🙃
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Toda una aventura!!!, qué riqueza de detalles.!!,…. Engancha,,,, ahora,,, a seguir!!!!
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Sí que lo fue! Mil gracias, Concha. Con la segunda parte estoy:))
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Amparo, me parece una pasada, como todo lo escribes. Tus letras reflejan la pasión con la que acometes tus proyectos y tus fotos no hacen másque corroborarla. Enhorabuena amiga!!!! 👏👏👏
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Mil gracias, Rodrigo. Intento poner mi alma en lo que hago por lo que me encanta que te guste!! Qué suerte tengo de que os paréis a leerme;))
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