Sentire-miento

No puedo quejarme, no debo por todos los que están mucho peor que yo.

Este año maldito he perdido a tres seres muy cercanos por culpa del Covid — uno de ellos mi madre— pero sé que hay gente en el mundo que perdió a muchos más y sin refugio emocional alguno.

Perdí también mi trabajo, lo que venía anunciado con semáforos en rojo desde hacía tiempo, pero hoy encuentro el ánimo y una pequeña hucha para darle una posible solución a la parte material. Por desgracia, esto segundo no está al alcance de demasiados.

Lo que creí que era amor ya lo traía perdido del año anterior, pero ahora sé que aún no mataron mis ganas para volver de nuevo a amar. Algún día me arriesgaré y haré sitio en mí para quien sepa sentirme.

No soy una mujer dura, la fortaleza la saco de mi sensibilidad porque esta me hace fuerte aunque provoque más desgaste que el que tiene armaduras más rígidas. Por eso hay momentos en los que necesito que alguien me de una noche de asilo. Bonito, ¿verdad?

Una noche de cobijo, una noche de ternura, de saber que alguien te mira a los ojos y se identifica en ellos. Una noche en la que sentir que formas parte de este mundo, que aún no te volviste transparente. Que lo que se debilita lo engorda una simple caricia o las palabras. El valor de una sonrisa…

No hay muchas personas a las que le pediría una noche de asilo y no tendría que ver ni la intimidad ni la cercanía que pudiera haber entre los dos. Sólo necesitaría la empatía en algo poderoso que sepa que me une a ella. Nada más.

Y como dice la canción Asilo, de Jorge Drexler con Laferte, —que no pudo ser mía esa frase tan bonita— yo corresponderé dando lo que tengo.

Soldevillaa